Integración, paisaje y luz al pie de la Sierra Madre
Esta residencia se ubica en San Pedro Garza García, Nuevo León, México, en una de las zonas más privilegiadas al pie de la imponente Sierra Madre Oriental. Su emplazamiento en un terreno ascendente le permite integrarse al paisaje y aprovechar al máximo las condiciones naturales del sitio. Desde su posición elevada, la casa se abre hacia vistas panorámicas de la ciudad, mientras que su orientación —cuidadosamente estudiada— la protege del sol más intenso.
Desde el pórtico, se revelan los espacios exteriores: una secuencia de recorridos que invitan a ser contemplados y vividos desde el primer paso. Escalones que entrelazan la vegetación con espejos de agua que, además de aportar frescura y serenidad, conducen al visitante en un tránsito pausado hasta la puerta principal. Ésta misma, compuesta por madera y cristal, ofrece la transparencia justa para permitir una conexión visual con el jardín sin sacrificar la privacidad, gracias a un acceso cuidadosamente trazado.
El interior se organiza en volúmenes paralelos claramente definidos, que distinguen las áreas sociales de las privadas. Hacia el lado de la sierra se sitúa la zona íntima, concebida como un refugio sereno que invita a la introspección. Al frente, el área social se abre hacia las vistas urbanas, sin perder el marco natural de la Sierra en sentido contrario.
Ambos cuerpos se vinculan mediante una estancia intermedia: un espacio versátil que puede abrirse para fomentar la convivencia o cerrarse para mayor intimidad. Esta disposición favorece la ventilación cruzada, una iluminación natural generosa y un diálogo constante con el entorno vegetal.
Uno de los ejes del proyecto es el equilibrio entre masa y ligereza. La solidez de los muros de mármol Santo Tomás, se contrapone con la transparencia del cristal que envuelve gran parte de las fachadas. Los techos se proyectan como planos ligeros y flotantes, con un acabado inferior tipo madera que refuerza la sensación de apertura y liviandad. El uso continuo del mármol en pisos interiores y exteriores unifica los espacios, aportando frescura, sofisticación y un juego de reflejos que dialoga con los materiales circundantes.
La relación con el paisaje es constante. Un jardín exuberante y perfectamente integrado con el verde de la Sierra Madre, ambientando sus áreas exteriores para disfrutar del paisaje en cada rincón y fluyendo en armonía con las vistas de la arquitectura.
Por otro lado, las terrazas y la alberca se desplazan sutilmente del volumen principal, generando espacios de contemplación donde el horizonte y la arquitectura convergen sin interferencias.
Casa El Rosario es una expresión de proyección y elegancia. Una arquitectura que no busca imponerse, sino integrarse, y que manifiesta su carácter a través de la proporción, la materialidad y la luz, profundamente conectada con su entorno.